Inútil
En Curicó con San Camilo existe un verde condominio de cuatro pisos, cuyos departamentos del primer piso que dan a la calle "si" tienen terraza. Increíble. Insólito. Claramente el arquitecto no era santiaguino, eso, o el rey de los huevones. ¡Es que no puedes poner un balcón en primer piso que da a la calle!, menos aquí, en el centro de Santiago. Pensemos: para que sirve un balcón? Para poner plantitas, o sillas, tender ropa, tomarse un combinado, follar o simplemente entregarse al solitario fisgoneo nocturno. Pero en un primer piso que da a la calle del centro NO, la ropa y las plantas serían robadas, En vez de fisgonear a los otros, todos te mirarían a ti, follar ahí sería como hacerlo en la calle, y ni hablemos de un combinado, con la sarta de travestis chorizos que rondan el sector, de seguro en 2 tiempos tenís a uno encaramao ofreciendo chupártelo rico. Entonces no sirve. Por úuuultimo podrían servir de refugio a los quiltros del sector en aquellas noches de negra lluvia, pero tampoco es el caso, ya que la calle es en declive y se moja todo igual. ¿Entonces de que sirven? de nada po mijo me diría mi abuelo.....es que realmente es inútil. Lo único rescatable de todo es que forma parte del circuito de imbecilidades arquitectónicas y urbanísticas de esta ciudad. Pensandolo bien no es mala idea, "la ruta de lo inútil".
Jennifer López
Ahora que lo pienso bien, el refrigerador es un objeto bien raro, bien tosco, es un bulto, parece un ataud. Es un reflejo del status, a veces una especie de caja de pandora, un cofre del tesoro, una nave espacial, un cementerio de animales o vegetales y muchas, pero muchas veces una verdadera desilución. De niños nos llama la atención saber si es que la luz se apaga al cerrar la puerta o se queda encendida eternamente. ¿Quien no conoce el mito urbano de que un pendejo se había muerto congelado en el interior de un refrigerador tratando de develar ese gran misterio? De chico yo lo escuche y pensé: "chucha, los refrigeradores debieran tener puertas giratorias". Hoy por hoy ni me parece tan loca la idea, dado la frecuencia con que algunos individuos -sobre todo adolescentes- abren la puerta del refrigerador de sus casas de forma enfermiza, como creyendo que habrá algo mucho más rico que hace 2 minutos atras. El refrigerador los ve aparecer y se caga cubitos de hielo del miedo. No vayan a creer que el refri de la foto es mío, no señores, ojalá, pero es el de mi madre. La cosa cambia drásticamente despues te vas a vivir solo, ya no hay leche, hay cerveza, ya no hay verduras frescas, hay una zanahoria podrida, ya no hay almuerzo de ayer, hay cerveza de ayer, ya no hay huevos, hay mostaza, ya no hay nada y hace frío. Y cuando te logras estabilizar y por fin tienes cosas dentro del armatoste ese, es el momento de cambiarlo. Por cierto ¿Dónde van a parar los refrigeradores viejos?
La teta de mi amada
Sin duda Santiago es una mujer. A veces creo que se siente utilizada y triste por que todos aquí viven a expensas de ella, abusan de su integridad ensuciandola y llenandola de gris, para finalmente marcharse y decirle con desprecio que no la quieren, que la odian y que la aborrecen. ¡Yo la amo! observo sus hermosos detalles, me lleno de alegría al descubrir sus rincones ocultos y me excito al recorrerla una tarde de primavera.
La bella Santiago espera tendida sobre la tierra, mientras uno de sus grandes pechos, coronado por un hermoso pezón blanco con la figura de la virgen María, irrumpe entre los edificios apuntando hacia el cielo . La bella Santiago espera, espera que alguien la amé y le de un hijo, y así bañar la ciudad con su tibia leche y alimentarnos con su noble amor.
Yo auto
La gente se cree auto. Si, y si no, al menos lo parece(y me incluyo). Es raro, por que los peatones solimos odiar a los automovilistas. Mira, desde la mañana salen de sus estacionamientos con sábanas, dejando una mancha de aceite en la almohada. Llenan el estanque con un grosero pan tostado, cereales o café.
Dentro del vagón del metro, o sobre una micro, se forman los tacos asquerosos que sólo se combaten habilmente escuchando un disco o leyendo el diario.
Al salir del taco, pasan a cuarta manteniendo siempre la derecha. Y así siguen, avanzando, corriendo, mosotrando su modelo al que va al lado. ¡Mi polera es del año! ¿Mis zapatillas son 0 Km.! PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIP PIIIIIIIIIIIP. Casi chocan con un heladero, o la señora que pasea al perro feo ese. Se sacan los mocos en los cemáforos y la mayoría tiene problemas en dar marcha atras. Restricción peatonal: hoy no pueden circular en el ascensor las personas que hayan almorzado porotos burros y sandía de postre.
Algunas personas son camiones de carga, otros de basura, algunos parecen autos deportivos o quizá motos, y no falta la clásica citrola o el mini enchulado con esos tatuajes en los brazos.
Por mi parte me definiría como un opala: Se ven poco, chupan más que orilla de playa, y aunque son aparatosos y cuesta encontrar estacionamiento, poseen un gran interior. Y es que al final, uno quiere a su auto interior.
La gente se cree auto. Si, y si no, al menos lo parece(y me incluyo). Es raro, por que los peatones solimos odiar a los automovilistas. Mira, desde la mañana salen de sus estacionamientos con sábanas, dejando una mancha de aceite en la almohada. Llenan el estanque con un grosero pan tostado, cereales o café.
Dentro del vagón del metro, o sobre una micro, se forman los tacos asquerosos que sólo se combaten habilmente escuchando un disco o leyendo el diario.
Al salir del taco, pasan a cuarta manteniendo siempre la derecha. Y así siguen, avanzando, corriendo, mosotrando su modelo al que va al lado. ¡Mi polera es del año! ¿Mis zapatillas son 0 Km.! PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIP PIIIIIIIIIIIP. Casi chocan con un heladero, o la señora que pasea al perro feo ese. Se sacan los mocos en los cemáforos y la mayoría tiene problemas en dar marcha atras. Restricción peatonal: hoy no pueden circular en el ascensor las personas que hayan almorzado porotos burros y sandía de postre.
Algunas personas son camiones de carga, otros de basura, algunos parecen autos deportivos o quizá motos, y no falta la clásica citrola o el mini enchulado con esos tatuajes en los brazos.
Por mi parte me definiría como un opala: Se ven poco, chupan más que orilla de playa, y aunque son aparatosos y cuesta encontrar estacionamiento, poseen un gran interior. Y es que al final, uno quiere a su auto interior.
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